sábado, 21 de abril de 2007

La gramática está de luto. Por Ramón Elejalde Arbeláez

El profesor Ramón Elejalde Arbeláez ha tenido la gentileza de permitir en este espacio la publicación de su excelente artículo.
La Gramática está de luto
Contracorriente
http://www.ramonelejalde.com/
Por: Ramón Elejalde Arbeláez
Muy sentido fue el sepelio del verbo poner. De riguroso vestido negro asistieron a los funerales sus 44 significados, sus 26 modismos y sus decenas de compuestos: componer, posponer, disponer, transponer, proponer, entre muchos.
Se dice que fueron culpables del deceso las benditas gumarras que no pudieron con la responsabilidad que mucha parte de la población hispana les impuso al insistirles en que las únicas que tenían derecho a poner fueran las gallinas. Se cansaron de tal obligación y decidieron no volver a poner el huevo: lo dejan caer con la consiguiente quiebra para las productoras agrícolas.
Unos días atrás el Sol se había cansado de ocultarse por el Poniente como había venido haciéndolo desde hace millones de años: empezó a hacerlo por el Colocante para estar a tono con la sonoridad de moda.
Pero esa muerte no necesariamente es eterna, porque, a diferencia de los seres vivientes, una palabra puede resucitar sin esperar el Juicio Final. Sólo hay que poner un poco de buena voluntad y darles el correcto significado.
Cuarenta y cuatro significados del verbo poner no se ponen así no más en responsabilidad de unos pobres animalejos y no se reemplazan por infelices cuatro significados que tiene el verbo colocar. Veamos algunos ejemplos de los más comunes:
Un denuncio se pone, no se coloca; uno se pone bravo, se pone a pensar, se pone nervioso, se pone la camisa; el profesor pone tareas, uno pone los ejemplos en el cuaderno; se pone un fax; alguien pone un negocio, los jugadores ponen sus apuestas, los socios ponen el capital y los socios industriales ponen el trabajo, en las notarías les ponen los nombres a los niños, en el colegio los compañeros les ponen los apodos... En fin, llenaría este escrito con las mil y una colocaderas que nos están imponiendo hasta docentes irresponsables que van diciendo que sí, que las únicas que ponen son las gallinas.
Sólo cuatro significados, ya dijimos, tiene el verbo colocar: Poner ordenadamente algo en un lugar determinado, como colocar los libros en la mesa, los muebles en la sala, los cuadros en una pared; poner dinero a interés, ponerse a trabajar en un empresa y en España al que se le ha ido la mano con el consumo de la marihuana se le dice que está colocado y no “trabado”, como lo hacemos entre nosotros. No quiere decir que deberíamos abolir el verbo colocar, porque qué haríamos sin una buena coloca, por ejemplo, además de que de los otros tres significados dos nos son necesarios para saber que el dinero no está en el lugar equivocado, por una parte, y que nuestra organización personal nos manda colocar cada cosa en su lugar. El último significado, en verdad no lo necesitamos, pues aquí con estar trabados entendemos su situación. Para lo demás no coloquemos más, por favor.
Indudable que las decenas de compuestos del verbo poner le dan mucha fuerza a éste. Qué tal que en vez de imponer dijéramos imcolocar, o en vez de componer expresáramos comcolocar? Ojo pues mis estimados periodistas, locutores, políticos, estudiantes, profesores, que en este tema nos tenemos que poner serios con la gramática.

viernes, 20 de abril de 2007

Prohibido colocar. En esta página todo el mundo pone, nadie coloca.

Hay que defender un poco el idioma ante tantos refinamientos innecesarios y vergonzosos que pululan en la actualidad entre los hispanoparlantes.
Probablemente el caso más patente y urgente de resolver, si aún no se nos ha escapado de las manos, es el del verbo poner. A pesar de sus incondicionales, extensos y perdurables servicios ofrecidos con maestría, versatilidad, incondicionalidad y resignación, este castizo y útil elemento de la lengua castellana está en peligro de extinción, todo gracias al uso indiscriminado de su principal adversario, el verbo colocar. A pesar de que el primero tiene diez veces más acepciones que el segundo, y que el uso correcto de este último tiene aplicaciones bastante específicas y restringidas, debemos reconocer que va ganando la batalla.
Sin embargo, sería un error pensar que el único afectado con la coloquitis, epidemia que va en camino de convertirse en pandemia, es el verbo poner. Al igual que ocurre con el vocablo cosa, el verbo colocar se utiliza como comodín. Contrario a lo que algunos podrían argumentar, respecto a que el uso popular hace evolucionar el idioma, en este caso estamos ante un proceso de empobrecimiento de la lengua; al emplear indiscriminadamente el verbo de marras dejamos caer en desuso una serie de verbos que conforman la riqueza del lenguaje.
Hay que recordar en este punto que la representación mental que de la realidad tenga una persona está en buena medida definida, sustentada y representada por el idioma que escuche y maneje. Léxicos pobres modulan mentes pobres.
¿Donde está la raíz del problema? Tradicionalmente los profesores han saltado por encima del DRAE y enseñado que sólo ponen las gallinas. Pero es también sabida la tendencia de algunas zonas andinas a colocar. De otro lado, si sintonizamos canales de televisión como Discovery, National Geographic o The History Channel, veremos que en éstos nunca se pone, ubica, desplaza, utiliza, usa, presta o dirige nada; todo se coloca. Así que los traductores también tienen una buena cuota de responsabilidad.
Si por algún accidente este texto llegare a ser leído por algún estudiante universitario, le recuerdo que la ropa no se coloca, se pone; la gente no se coloca furiosa, triste, nerviosa o alegre, sino que se enfurece, se entristece o se alegra, incluso se pone en cualquiera de estos estados emocionales; el sol tampoco se coloca; ni podemos colocar atención, sino prestarla o ponerla, las inyecciones se aplican; las palabras y las oraciones de un texto se escriben, tampoco se colocan; los ejemplos (este mal uso se lo escuché a un linguista graduado, profesor universitario) se citan, traen a colación, utilizan, ponen o emplean. Estos son solo algunos resultados de la coloquitis.
Me despido con una invitación abierta a expresar opiniones sobre cualquier tema relacionado con el cuidado del idioma español. Se acepta el que galicado siempre y cuando no lastime demasiado el ojo ni el oído.
Alex González Grau